No hace falta ser inteligente para convertirse en un genio

4.11.11

Por pinkpunkpop

He escuchado tanta gente que dice “nunca voy a poder ser una persona que marque una diferencia con mis proyectos porque:

• No soy lo suficientemente inteligente para lograrlo,
• No tengo el poder adquisitivo para conseguir la información que necesito para llegar tan lejos, o
• Tengo demasiados problemas emocionales.


Por el contrario, encontré tantos ejemplos de personas que demuestran que estas no son excusas para no lograr cumplir sueños; tantas personas que tuvieron una infancia complicada, falta de dinero, enfermedades, problemas de aprendizaje, depresión, y ahora forman parte del gran libro de herencia de la historia, tan sólo con tres elementos dentro suyo que todos tenemos: interés, determinación y perseverancia. Esto no quiere decir que en muchos casos estas personas no supieron ver a tiempo el talento que llevaban consigo y se ensimismaban pensando más en sus derrotas que en sus éxitos, pero esto también demuestra que no es solamente el talento el que hace a un genio, sino también aprender a apreciar el camino que te lleva a la meta, viendo cada pequeño logro como una nueva oportunidad. A continuación unos cuantos ejemplos de personas que han usado estos elementos y los han explotado, rompiendo las barreras del convencionalismo y marcando sus huellas en el mundo del conocimiento.

Albert Eistein (14 de marzo de 1879 – 18 de abril de 1955)


Desde temprana edad Albert manifestó problemas de expresión y un desarrollo intelectual lento, lo que hizo pensar a sus padres que aparentemente sufría de algún retardo mental.

Más adelante uno de sus tíos le da una introducción al álgebra, con cual Albert queda fascinado. Otro de sus tíos incentivó sus intereses científicos en su adolescencia proporcionándole libros de ciencia. Según relatos del propio Einstein, de la lectura de estos libros de divulgación científica nacería su cuestionamiento sobre temas como las afirmaciones de la religión, el libre pensamiento y la autoridad, en una época donde el escepticismo era algo poco común. Su paso por el bachillerato no hizo más que causar polémicas con los profesores, logrando que uno de ellos dijese “tu sola presencia mina el respeto que me debe la clase” y otro “nunca llegarás a nada”. Antes de obtener su título de bachiller Albert decidió abandonar el bachillerato. Tiempo después, ante su dificultad de poder seguir sus estudios (reprobando el examen de ingreso de la universidad), retomó sus estudios e inició su vida académica en el Instituto Politécnico de Zúrich. Tras graduarse, siendo el único de su promoción que no consiguió el grado de maestro, Einstein no pudo encontrar un trabajo en la Universidad, aparentemente, por la irritación que causaba entre sus profesores; consigue entonces a través del padre de un compañero de clase un puesto en una oficina de patentes y dos años después finalizó su doctorado, un trabajo de 17 páginas que surgió de una conversación con Michele Besso mientras se tomaban una taza de té; cuando Einstein iba a echarle azúcar al té, preguntó a Besso: «¿Crees que el cálculo de las dimensiones de las moléculas de azúcar podría ser una buena tesis de doctorado?».


Alphonse Mucha (24 de julio de 1860 – 14 de julio de 1939)


Nacido en 1860 en la ciudad Ivancice, Moravia, una ciudad más cercana al siglo XVIII que XIX; aunque el talento de Mucha como dibujante nació mucho antes que aprendiese a caminar, empezó su vida artística como niño de coro y músico amateur, lo que le ayudó a terminar la secundaria, necesitando dos años más de lo normal.
En 1877 intenta sin éxito ingresar en la Academia de Bellas Artes de Praga (con una nota en su solicitud que decía “Encuentre Usted otra profesión donde pueda ser más útil”), por lo que decide ganar experiencia como artista viajando y trabajando. Su primer contrato laboral oficial fue en Viena, Austria, para una compañía productora de escenarios de teatro; lamentablemente luego de que un incendio destruyera el negocio de su contratador, se vio obligado a regresar a Moravia a trabajar por encargo haciendo pintura decorativa y retratos. Fue entonces cuando el Conde Karl Khuen contrata a Mucha para decorar con murales el Castillo de Hrušovany Emmahofy. Queda tan impresionado que decidió patrocinar la formación formal de Alphonse en la Academia de Bellas Artes de Munich. Luego de dos años, su patrocinio fue discontinuado y Mucha y, a la deriva, llega a París en la que pronto cambiaría para siempre. En aquel entonces, sin embargo, Alphonse era un hombre de 27 años, sin dinero ni futuro – el tradicional artista famélico. Por 5 años interpretó este papel, dibujando para revistas de mala muerte, poniéndose tremendamente enfermo, viviendo a base de lentejas y pidiendo dinero prestado a todo el mundo; pero fue en este tiempo donde empezó a formular sus propias teorías y pautas con respecto a lo que quería de su arte.

El 1 de Enero de 1895 presentó su nuevo estilo a los ciudadanos parisinos. Fue llamado durante las fiestas de Navidad a crear un poster de Sarah Bernhardt, la actriz más famosa de París, para la obra Gismonda, en la que por primera vez puso sus teorías a prueba. De la noche a la mañana el nombre Alphonse Mucha se volvió un sinónimo de éxito y de buen gusto, fundando muchas de las bases del Art Noveau. Lo más importante de este artista es que el estilo que él creó fue enteramente el resultado de la evolución de su propio estilo, sin intentar imitar a otros artistas, extendiendo su marca alrededor del mundo, menos en su país de origen donde su legado fue fríamente recibido; como dice el dicho, nadie es profeta en su tierra, al menos en aquel tiempo donde la situación geopolítica de Moravia estaba siendo transformada en lo que actualmente es Czechoslovakia. Lo gracioso de esto es que Mucha hasta se ofreció a ayudar en el diseño de las postales, sellos, estampillas y notas del banco.


Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, 27 de enero de 1756 – Viena, 5 de diciembre de 1791)


Fue el más joven de los 7 hijos de Leopold Mozart, músico al servicio del príncipe de Salzburgo y Anna María Pertl. A raíz de la altísima mortalidad infantil sólo sobrevivieron Wolfgang Amadeus y su hermana Anna María, de los 7 hermanos.

No había dudas de que tanto Mozart y su hermana poseían un talento prodigioso. Su padre al ver el talento de sus hijos, en combinación a su carácter orgulloso y religioso, lo vio como un milagro divino que él tenía la obligación de mantener; es por este motivo que muchos sostienen que el progenitor de estos niños los explotó. Lo que sí es seguro es que la figura de Leopold marcó la vida de Wolfgang Amadeus para siempre.

Aunque Mozart fue un prodigio desde muy temprana edad, yendo de corte en corte de la mano de su padre, a los 21 años decidió buscarse un trabajo mejor remunerado y más satisfactorio, lo que resultó en un intento fallido. Con este hecho empezaron una serie de frustradores acontecimientos, como la muerte de su madre en París, el rechazo de su petición de ser parte de la orquesta de Weber y el desprecio de los aristócratas para los cuales trabajaba, marcando un período negro de su vida; las obras que compuso seguidas de este período revela por primera vez su estilo propio y una extraordinaria madurez musical que le concedió la invitación del arzobispo de Salzburgo a ocupar el puesto de maestro de conciertos pero, a pesar de estar contento con su salario, se sintió esclavizado. Recibía un trato autoritario e inflexible por parte del arzobispo, por lo que decidió marcharse. Este hecho influyó en su carácter.

A pesar de pasar por una serie de años fructíferos en su carrera en los que compuso por encargo numerosas obras, y hasta haber sido referido por Joseph Haydn como “el más grande compositor que hubiera conocido”, Mozart sentía que no progresaba. Esta vida con numerosos éxitos sin remuneración y deseos sin cumplir termina con la inesperada, misteriosa y polémica muerte del artista (ya que existen varias teorías sobre su muerte), aparentemente de infección estreptocócica.

Mozart aparece hoy como uno de los más grandes genios musicales del mundo. Era capaz de concebir mentalmente obras enteras hasta en sus más mínimos detalles para escribirlas después tranquilamente en medio de la conversación y el bullicio. Fue excelente pianista, organista, violinista y director. Jamás se han superado sus improvisaciones, que no solían faltar en sus conciertos y recitales. Como compositor ocupa un elevadísimo lugar en todos los géneros; operístico, de cámara y religioso. Cualquiera que fuera el instrumento o combinación de instrumentos para los que compusiera, lo hacía con perfección insuperable. En su producción, la calidad igualó a la cantidad.

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