Elena Poniatowska escribe con el oído

19.1.14

Elena Poniatowska ha visto la historia de México desenvolverse frente a sus ojos. Con una atenta mirada y un agudo oído, ha dejado registro de algunos de los más exuberantes y sabios personajes del país, una cohorte de la que ella, como su máxima narradora, forma parte.


Una y otra vez ha dado voz a las mujeres y a la gente de la calle. Su literatura y su periodismo se componen de testimonios, y es su atento oído el que ha logrado transformarlos en textos imprescindibles para comprender la realidad mexicana. Son célebres sus preguntas y respuestas engañosamente ingenuas: cuando se acerca a sus temas, siempre antepone la curiosidad.

Conversamos con la ganadora del Premio Cervantes del 2013, Elena Poniatowska.

A lo largo de los años, usted ha comentado que no tiene un método para escribir, que escribir es “una friega”, una dificultad, pero, ¿para qué lo hace?

Yo me inicié en el periodismo muy joven, desde los 21 años, en el periódico Excélsior . Yo no digo si soy buena o mala. Lo único que puedo decir es que escribir es mi oficio desde hace muchos años.

Algo fundamental del periodismo es aprender a escuchar.

Yo creo que simplemente [hay que saber escribir] callándose y aprendiendo a oír a los demás.

Sin embargo, eso parece que es difícil para muchos periodistas en Latinoamérica...

¡Ah, no sé! Yo creo que muchos periodistas sí escuchan. ¿Cómo pueden escribir si no escuchan?

Una palabra definitiva en su obra es el compromiso. ¿En qué consiste ese compromiso?

Bueno, vivo en un país de América Latina. Si viviera en Estados Unidos, si viviera en Europa, creo que la realidad sería muy distinta. Aquí, la realidad lo obliga a uno a participar. Escribir tiene pocas consecuencias en América Latina; pocas consecuencias porque hay pocos lectores.

”El analfabetismo, por lo menos en México, es enorme, entonces no sabe uno a quién se dirige o no sabe uno para quién escribe. Se supone que quienes leen los periódicos son los lectores potenciales; pero en general, incluso los periódicos tienen muy poca circulación y, ahora, con todas las armas electrónicas, van a tener muchos menos.

Con tantos medios electrónicos, ¿no es más fácil para un intelectual jugar un papel relevante?

No, pues yo no sé quién quiera jugar un papel relevante. Yo creo que lo que sucede es que en América Latina pocos destacan, y entonces a gente como García Márquez le han ofrecido ser presidente de Colombia en varias ocasiones.

”A Carlos Fuentes y a Octavio Paz les han ofrecido de todo, les han ofrecido la Secretaría de Relaciones Exteriores de México y también han sido embajadores de su país. Fuentes, en Francia; Paz, en la India... Hacen falta todavía gentes muy capaces y, apenas alguien destaca, le dan un nombramiento.

¿A usted nunca le interesó un papel similar?

A mí nunca me lo ofrecieron. El hecho de haber nacido en Francia me limitaba mucho.

Ha comentado sobre la culpabilidad como parte de la experiencia femenina. ¿Todavía se enseña a sentir esa culpa?

Bueno, yo creo que hay una responsabilidad social que tiene que ver con la culpabilidad, porque finalmente uno es un privilegiado entre muchos que no tienen nada, y siempre existe esa conciencia del privilegio y de la injusticia social, sobre todo en América Latina. No creo que haya tanta en Europa, donde las diferencias sociales no son enormes.

Aún el mundo de las mujeres sigue lleno de “primeras veces”, como prueba su premio. ¿Le falta fuerza al feminismo?

No es cosa de feminismo. El feminismo es algo que adoptan algunas mujeres, pero no es eso; [el problema] es hacer a la mujer a un lado. Nunca hubo una mujer en el boom . Pudo haber sido Elena Garro. Hay que recordar que el primer gran poeta de América Latina fue una mujer, Sor Juana Inés de la Cruz (lo dijo Octavio Paz), y no ha sido superada en el siglo XX ni en el XXI.

¿Morirá un día ese machismo?

Bueno, no sé. Yo creo que depende de la evolución cultural de un país, de que se acabe el analfabetismo, de que las mujeres tengan acceso a la educación superior como la tienen los hombres. Depende de la cultura de un país.

Usted está escribiendo una novela sobre Guadalupe Marín... [novelista y modelo mexicana, esposa de Diego Rivera].

Bueno, estoy intentándolo, pero tengo muchas interrupciones. Entre otras, me dio influenza y eso me impidió seguir adelante.

¿Qué le interesa del personaje?

Su mexicanidad y que está ligada al muralismo mexicano. También tuve el privilegio de hacer una entrevista con ella de casi 150 páginas.

Tiene esos datos del periodismo y conocimiento de primera mano. ¿Por qué es necesaria la ficción? ¿Qué es necesario inventar?

Bueno, yo creo que es muy necesario. El solo hecho de construir una novela es entrar al campo de la ficción. Lo que pasa es que lo que tiene que ver con la realidad del periodismo llama mucho más la atención que los cuentos.

”Yo he hecho muchos cuentos de ficción, una novela que se llama La flor de lis, pero lo que llama la atención son los textos ligados a la realidad de México, como La noche de Tlatelolco [suma de testimonios sobre la represión a los estudiantes en México en 1968].

Usted ha dicho que tenía que ver esa violencia “con sus propios ojos”. ¿Era tan impensable; tan difícil de creer?

No, la violencia nunca ha sido impensable en México. México siempre ha sido un país violento. México es ahora mucho más violento que en 1968. La violencia actual es enorme debido al narcotráfico, a la cantidad de gente muerta. En Monterrey han habido decapitados, gente descabezada colgando de los puentes peatonales.

Esos son los síntomas de una enfermedad.

Se habló de la colombianización de México, pero ahora hemos ido mucho más lejos que la propia Colombia.

¿Qué aqueja a México?

El narcotráfico y la corrupción.

¿Tiene posibilidades la política mexicana de cambiar?

No lo sé. No adivino el futuro, pero creo que la política mexicana ahorita es cómplice. Es cómplice de la situación de la corrupción que no se combate y la alianza con el narcotráfico.

¿Hacen falta testimonios de la gente de la calle en los medios?

Bueno, ahora salen reportajes de la gente, incluso en la televisión, pero la gente está un poco sorprendida, se siente un poco agredida cuando se le pregunta en la calle. Se quedan, como decimos en México, “chirriados”: les da miedo hablar.

¿Por qué?

Pues porque no están acostumbrados. Hasta ahora, nadie les había pedido nunca su opinión.

¿Cómo descubrió usted la literatura?

Yo empecé siendo periodista, casi de un día para otro, pero ya había escrito cuentos. Esos iniciaron una colección que se llama Los presentes . Eso fue en 1954. A mí me hicieron leer desde pequeña, en francés; ya tarde empecé a leer en español. Por ejemplo, soy muy ignorante en el sentido de que no conozco el Siglo de Oro español. Lo único que leí de joven fue Don Quijote .

¿Cuáles proyectos faltan?

Quisiera hacer una novela sobre los Poniatowski, sobre Estanislao Augusto Poniatowski. Pero yo no sé mucho, no sé polaco... ¡No sé nada, mejor dicho! Tengo que basarme en traducciones y saber historia de Polonia, y no sé nada de eso; tengo que leer y trabajar.

***
Con el dinero del premio, Poniatowska anunció que financiaría la fundación que se asegura de preservar sus documentos en México. Las universidades de Princeton y Stanford habían solicitado sus papeles para su estudio, como antes hicieron con los de Carlos Fuentes y Octavio Paz. Empero, ella prefirió que se quedaran en México.

Además, preservará su vasta colección de libros. “Se quedarán casi 15.000 libros, y también esos documentos que querían en la Universidad de Princeton y Stanford quedarán en la fundación”, dice.

Poniatowska nunca ha obligado a sus seguidores a largas esperas. Publica mucho y mantiene su voz afinada al ritmo de los tiempos que le ha tocado vivir. Lo que toca al lector es seguirla escuchando.

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Vía | nacion.com

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