Tarado y enfermo

30.12.11

Es un tarado, una especie de enfermo. Sube al bus repleto de pasajeros y lo primero que hace es echar una rápida mirada a las niñas. Identifica a una, la más tontita, de esas que sólo reaccionan cuando el mal pasó como un tren sobre su cabeza. La chequea bien. Está de pie, con una mano en el fierro de arriba y la otra en el respaldo del asiento. El tarado se acerca a ella de a poquitos, se hace el loco, mira hacia la calle como si no le importara nada. Se acerca. Ya está a su lado. La mira de reojo, con cuidadito, como para que nadie sospeche. Encuentra que es bonita. Se pega a ella. Ahora, con mucho disimulo, baja la mano y hace como que la mete al bolsillo. La tiene ahí un momento. Nadie se percata, la gente está en lo suyo, unos cabecean, otros miran el exterior. Entonces el tarado se pega un poco más a la chica. Y ahora sí le soba la pierna, siente su calor. El carro frena y él aprovecha para pegarse más a la pierna. La chica ni cuenta se da. El tarado arremete, se pega aún más. Soba otro poco. Una corriente le recorre el cuerpo. En eso, siente una manaza en su cuello. Se vuelve para ver quién se ha atrevido a tocarlo. Es un policía, que lo mira con el ceño fruncido. Qué haces, le interroga. Nada, responde el tarado. Estabas manoseando a la chica. No, no es cierto, yo... Ven, baja, vas a explicar lo que hacías cuando lleguemos a la comisaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario