Elmer Mendoza explica el secreto de su éxito como narrador

12.5.12

El autor de "Balas de plata" habla sobre cómo, en 20 años, logró el éxito como narrador con obras traducidas a seis idiomas, y ahora es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua


Dice Élmer Mendoza que decidió ser escritor una madrugada de 1977; desde entonces pasaron 21 años y ocho meses para que viera publicada su primera novela Un asesino solitario; dice que con los años confirmó que ser escritor era su destino y que poco a poco se fijó tres metas que sin duda rigen su carrera: tomar al toro por los cuernos, escribir la línea que nadie ha escrito y tener voluntad de estilo.

El escritor nacido en 1949 y colaborador de EL UNIVERSAL, dice también que con los años y persiguiendo esas tres metas, ha ido alcanzando verdades: que cada autor es un sistema de escritura, que hay que crear una literatura que toque las fibras más sensibles y delinear personajes que se vuelvan entrañables; también, que hay que tener la escritura como laboratorio y la literatura como arte.

Ese narrador que en 12 años ha publicado seis novelas, entre ellas El amante de Janis Joplin, Cóbraselo caro, Balas de plata y Efecto Tequila, aún no se cree que haya sido elegido, por aclamación, académico correspondiente en Culiacán, por la Academia Mexicana de la Lengua, igual que sus compas Javiar Marías y Arturo Pérez Reverte, sólo que ellos en España.

Lo que dice que sí sabe es que su tarea en esa institución es encontrar vocablos, proponerlos y definirlos para el Diccionario de Mexicanismos. "Si nosotros aspiramos a que nuestra región sea más explicable tenemos que dar las pistas, las definiciones de cómo hablamos para que la gente entienda por qué somos como somos".

Con todo el éxito que Élmer ha alcanzado, que sus novelas se traduzcan a varios idiomas, que sea un autor casi de culto en Francia, que tenga varios premios y ahora sea un académico de la lengua, sigue siendo el mismo tipo sencillo, gran promotor cultural e impulsor, a través de talleres literarios, de jóvenes aspirantes a escritor.

¿Te crees lo de la Academia?

La invitación viene del lenguaje que utilizo en mi obra, soy de los autores que trabajan ese territorio lingüístico... escribo porque tengo vocación y tengo que escribir, utilizo el lenguaje que me acomoda, el que se me facilita contar lo que quiero contar. Como cualquier autor no me cuestiono las expresiones que utilizo, incluso mi primer editor -Aurelio Major, de Tusquets, casa a la que pertenece- me preguntó "qué crees que has hecho", le respondí "una novela del lenguaje", él me dijo: "no, has hecho una novela de la violencia aunque una de las virtudes que tiene es el lenguaje de la calle; pero eso lo verán después".

¿El lenguaje es una virtud que te dio ser catedrático de la Universidad?

No creo, tiene que ver más bien con que soy vago, que tengo buen oído y siempre que escuché a personas hablar como hablaran nunca me provocó gracia sino curiosidad e interés y entonces como que me fui haciendo de un acervo de habla amplio.

¿Reflexionas mucho sobre el lenguaje antes de sentarte a escribir?

No, yo me siento y ahí tiene que salir. Si tiene que salir va a salir. Lo que sí hago es un registro de expresiones, pero eso ya es en el proceso de creación, yo en un principio elijo una o dos maneras para decir que alguien ha muerto, por ejemplo, siempre son populares, de la calle, pero después hago una lista más amplia y lo pongo en tarjetas y los tengo a mano. Como siempre estoy leyendo encuentro expresiones que digo ‘está la tengo que usar' y la agregó a la lista, no siempre la uso porque igual es parte del juego.

¿Qué tan exigente eres?, ¿cuántos tratamientos haces de una novela?

En la primera versión nada exigente porque tiene que salir, pero conforme voy avanzando en las correcciones sí, mis novelas son producto de la reescritura, estoy hablando que pueden ser 20 o 30 versiones, y además tengo una fijación, tengo que empezar de la página uno, no puedo llegar a corregir en el capítulo 30; tengo que ir a la página uno, escuchar la novela durante todas las páginas hasta que llegó al sitio que corrijo, por eso soy lento. Después de la segunda versión soy absolutamente exigente, nunca la doy a leer, cuando decido que alguien tiene que leerla, que siempre es Leonor -su esposa-, es porque siento que ya tengo algo para compartir y Leonor es una lectora muy sagaz y muy clara.

¿Desde la primera novela decidiste escribir desde tu territorio, desde tu gente?

No, realmente no fue una decisión porque quizás antes trataba escribir en la norma estándar, sólo llegué a eso, empecé a contar historias utilizando todo el lenguaje que escuchaba, que sabía, que me salía del corazón y entonces ya salieron las historias.

¿Eres muy disciplinado, todos los días, todas las madrugadas las dedicas a escribir?

En las noches no, en las madrugadas sí, soy muy disciplinado y por algo muy sencillo, porque yo he asumido ser escritor como destino y entonces tengo que practicarlo diariamente. Tenía 28 o 29 años cuando tomé la decisión de ser escritor y hacerlo de manera seria, pero pasaron más de 20 años para publicar Un asesino solitario, fueron 20 años bastante difíciles porque no conseguía llegar a donde necesitaba.

¿Tu primer editor fue definitivo? Ese editor el que te dijo que era una novela sobre la violencia?

Me desconcerté, pero él me lo explicó y me dijo que eso lo iban a tomar por el tema, que lo del lenguaje lo iban a considerar después. Cuando fuimos a comer ya me dijo "la novela tiene muchísimas virtudes, quizás ni tú te das cuenta, pero ahora va a aparecer como eso"; pero además me dijo que sería una novela long seller, que siempre la iban a estar leyendo, creo que acertó. Serio me preguntó: "¿qué es lo que pretendes?" yo le dije "quiero que me hagas rico y famoso".

¿Cómo la recibió la crítica?

La crítica tarda en llegar siempre, pero vieron la forma, la construcción del texto, las virtudes de lo que significa crear una voz, lo vieron y a me ha ido muy bien.

Eres un gran lector, en tu literatura están concentradas las lecturas, aunque hayas encontrado una voz propia

Eso es verdad, soy lector desde que aprendí a leer, es un vicio, un placer, una pasión. Hubo una vez que me preocupó ver que estaba leyendo poco y fue Christopher Domínguez quien me dijo que tenía que elegir entre leer mucho y escribir, y elegí escribir más. No quise interrumpir lo que son mis procesos creativos, me gusta mucho leer lo que me cuesta entender, por eso soy lector de poemas y también de narrativa hermética. En los poemas hay claves importantísimos para los narradores, pero tienes que dar con ellas y para dar con ellas hay que leer todos los días poesía, leo antes de empezar a escribir y eso hace que mi cerebro esté más activo.

¿Es verdad que si el texto no va bien puedes destruir un capítulo o incluso una novela completa?

Es cierto porque hay que hacer las cosas bien.

¿Leonor es fundamental en tu vida?

Tener una pareja que está ahí y no está, que igual se ocupa de algunas cosas, de lo que vas generando y cocina muy bien y es igual de vaga que yo. Ella es muy importante en mi vida.

¿Ya eres famoso y rico?

Nel, no, rico nada más -dice entre risas-. Ahí voy, ahora estoy mejor que antes. ¿Famoso? Tengo indicios, no sé realmente cómo se evalúa, pero he tenido alertas, mi hija vino a estudiar por seis meses al DF y un día que vine fuimos a comer, el restaurante estaba cerrado, pero un señor dijo "déjalos pasar, hay que atenderlos", era el dueño, un lector, al final sacó sus libros para que los firmara y nos invitó el desayuno. Cositas como esas me pasan de vez en cuando que pudiera indicar eso, pero no, todavía puedo andar tranquilo por todas partes.

¿Tu territorio narrativo, tu mundo, la gente que te rodea sigue estando en la Col Pop, seguirá estando Culiacán y la violencia?

Tengo muchísima incertidumbre, creo que se convierten en lo que son mis líneas de trabajo y que mi territorio emocional ahí está. Lo único que te puedo decir es que a nuestro patio de atrás Leonor le puso mosaicos y que la bugambilia enorme la dejó pequeña, pero puso unas plantas que se ven maravillosas, en forma de serpiente que me encantan, conservamos nochebuenas que están floreciendo porque me gusta ver flores y colores por la ventana. 

Fuente: El Universal

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