El edificio oscuro.

3.5.12

Calle oscura y solitaria. La torre del edificio se pierde, allá arriba, entre nubes tenebrosas. De pronto un estrépito a mi izquierda. Las puertas del ascensor se han abierto. Una voz me invita a entrar. No puedo resistirme a ella. Penetro. La caja metálica se eleva, entre chirridos que semejan grios de ratas, su luz opaca amenaza con diluirse. El ascenso se hace largo, largo. Finalmente, se abren las hojas y vislumbro un pasaje oscuro, al final de ella una escalera. Asciendo, sigiloso. Desde el piso superior llegan hacia mis oídos ruidos, risas, música. Me animo un poco y cuando llego el siguiente nivel, cables, montículos de arena, tablas arrojadas en el suelo, sin ton ni son. En eso, la voz me susurra el porqué estoy aquí. Me lo susurra claro, y confuso a la vez. Sí. Estoy aquí para buscar a mi familia, a mi madre, a mis hermanos. Están aquí en algún lado. ¿Una fiesta? ¿Una reunión? Pero, ¿en un edificio abandonado? Hay una puerta cerrada ahora. Llamo. Nada. Vuelvo a llamar. Y de pronto, cuando estoy apunto de tirar de la manija se abre de golpe. Alguien sale, me atropella. Me hago a un lado para evitar ser arrollado. Es un hombre. ¿Quién? No, no puede ser. Imposible. ¿Pedro? ¿Mi hermano? Intento llamarle. Pero mi garganta se niega a emitir ruido alguno. Le veo correr. No. No puedes ir de ese lado, no puedes, no debes. Nooo. Y se arroja al vacío. Lanzo un grito. Y me quedo temblando. Tras un momento de ofuscación, corro hacia él, hacia el borde del precipicio. ¿Por qué ha hecho eso? ¿Por qué se ha arrojado? Me asomo. Al fondo, sobre el pavimento, entre nieblas oscuras veo su cadáver. Grito, lloro. Trato de encontrar una explicación a semejante actitud. A ver. Pensemos. Cuando salió, cuando me atropelló creí ver en su rostro, durante un segundo, unos ojos despavoridos. Sí. Salió asustado. Vio algo allá dentro, tras la puerta. Debo ver lo que vio. De prisa, me arrojo en pos de aquella puerta. Empujo. ¿Qué? ¿Mi madre, sobre una cama, sentada, mirándome? Un ruido en el lado derecho de la habitación, un hombre, no es mi padre, vistiendo su desnudez. "¿Qué ha pasado, madre?", digo. No responde. El hombre continúa vistiéndose, como si yo no estuviera allí. "Madre, mi hermano, ha salido, ha... y se ha arrojado, está muerto, muerto, madre", chillo bañado en lágrimas. Mi madre no dice nada, en su lugar sonríe, sonríe. Sus ojos brillan en la penumbra. "¡Madre!", vuelvo a gritar. Y ella rompe a reír. Las carcajadas retumban en el edificio oscuro.

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