Entrevista con Antonio Soler: «La literatura define mejor el alma humana que la Historia»

11.11.12

El escritor malagueño vuelve a aliarse con la Historia y publica 'Boabdil. Un hombre contra el destino'


Málaga, 10 nov. (COLPISA, María Eugenia Merelo)

Las novelas de Antonio Soler (Málaga, 1956) andan bailando en un crucigrama. Ocupan las casillas verticales y horizontales de las editoriales y de la geografía. En Francia se acaba de publicar 'Lausana'. Alemanes y austriacos pueden ya leer 'Las bailarinas muertas'. 'El sueño del caimán' acaba de aterrizar en Italia y 'El camino de los ingleses' ha empezado a traducirse al árabe en Egipto. Sus novelas siguen llevando a otros países el pulso de su territorio y el reconocimiento de los premios Herralde, Primavera, Nacional de la Crítica o Nadal. A las librerías españolas llegará el martes 'Boabdil. Un hombre contra el destino' (Espasa), un libro en que el escritor vuelve a aliarse con la Historia, esta vez para relatar los últimos años de la presencia musulmana en la Península. Soler recupera y rescata en su nueva novela la amistad de Boabdil, el último rey nazarí, y Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, para poner luz sobre el final de una época.

–Arrancó su carrera con un libro de relatos y le siguieron ocho novelas. Su libro anterior fue 'Málaga, paraíso perdido'. Y ahora novela la historia de 'Boabdil'. ¿Se ha hecho adicto a la Historia?
–Ha sido una coincidencia. Estos dos últimos libros no son idea mía. El de Málaga fue una idea editorial de la Fundación Lara, de Ana Gavín, que la dirige, dentro de una colección dedicada a ciudades andaluzas. Me gustó la experiencia y acabé muy contento. Boabdil es un personaje que se ha empeñado el destino en que se vaya cruzando en mi camino. Primero fue una idea de Antonio Banderas para hacer un guión sobre el personaje. Estuvimos trabajando juntos en el proyecto. Esbocé un guión y la idea llegó a oídos de la editorial Espasa y la directora vio claramente que ahí había una novela.

–¿Una misma mirada sobre Boabdil?
–Bueno, le hablé de algo que descubrí durante la investigación, que yo no conocía, y era que Boabdil había tenido una amistad muy estrecha con el Gran Capitán. Y ahí había una historia romántica en el sentido histórico. Dos hombres moderados, conocedores el uno de la cultura del otro. Boabdil, por razones evidentes, había convivido mucho con los castellanos. El Gran Capitán era un hombre de la frontera que había vivido siempre en el límite, que conocía la cultura árabe, y eso le llevaba a no ser un fundamentalista. En el momento en el que conoces al otro aprendes a no rechazarlo. Tienen una gran amistad, pero es una amistad imposible porque, poco a poco, los fundamentalistas de un bando y de otro van ganado posiciones y ellos, pese a la simpatía que se tienen, se ven obligados a enfrentarse.

–¿La novela es entonces la hermana mayor del guion?
–Diría que novela y guion son hermanastros. El enfoque de la propia historia varía, y ha variado más en el proceso de escritura de la novela. Yo vislumbraba que serían como dos mellizos que se separan. Pero el enfoque al final ha sido completamente distinto.

–Dice que son hermanastros, en cualquier caso, el parto de la novela se ha adelantado al de la película. ¿En qué punto está el proyecto de rodaje que empezó a impulsar hace años Antonio Banderas?
–Así es cómo funcionan las cosas en el cine. Hay montones de proyectos que se quedan en eso, y otros que, quizás es lo que ocurra con este, se pierden como el Guadiana y luego renacen. Creo que ahora está en un momento de circular bajo tierra y que, a lo mejor, aparece dentro de poco y desemboca en algo.

–La leyenda o la historia han dejado una imagen de Boabdil en la frase que supuestamente pronunció su madre cuando dejó Granada: «No llores como una mujer lo que no supiste defender como un hombre». ¿Es fiel a lo que concurrió?
–No creo, todo es mucho más complicado. Esa frase no está en la novela, pero está en el guion. Y el personaje de Boabdil es realmente un personaje muy ambiguo, muy complejo, un tipo que se ve enfrentado a una situación con la que no quiere lidiar de ningún modo, pero finalmente se da cuenta de que el destino lo ha puesto en ese punto y que es él el que tiene que dar unos determinados pasos. Finalmente es él el que apaga la luz. Esa ambigüedad de quererse llevar un poco bien con todos, de querer salvar su propio pellejo, a veces lo lleva a parecer débil, cobarde. Pero realmente no fue así.

–¿Y cuántos infiernos había en la vida de Boabdil?
–Creo que era un hombre que vive en un infierno casi permanente. Cuando nace ya le dicen que tiene una maldición sobre sí, y parece que realmente eso se fuera cumpliendo a lo largo de su vida. Hombre, él tiene un infierno para empezar familiar, porque es un niño que asiste al enfrentamiento, primero de su padre con su abuelo, luego de su padre con su madre y él mismo con su padre. Y cuando digo enfrentamiento no es que se peleen y tiren las sartenes, sino que son guerras civiles. Es un hombre que yo creo que vive en medio de un infierno con muchas parcelas. La familiar, la política, la religiosa, porque al ser un tipo moderado siempre está presionado por los fundamentalistas de su bando.

–Decía antes que buceando en la historia descubrió la amistad de Boabdil y el Gran Capitán. ¿Qué otros tesoros ha sumado a su botín arqueológico?
–El Gran Capitán ha sido para mí la gran revelación porque yo siempre lo había tenido por un hombre destacado en el ejército y realmente es un humanista que se acaba de hacer en Italia, cuando va a Nápoles. Pero ya de entrada tenía esa aptitud de aprender, de estar abierto al exterior, sean los árabes o Italia. Y eso lo incorpora a su actividad, aunque es la militar.

–Defiende que la literatura, aunque sea a largo plazo, ayuda a cambiar el mundo. En ese sentido, ¿tiene más poder que la historia?
–Sí y es algo que defendí en un encuentro que tuvimos en Inglaterra novelistas con historiadores. Ahí conocí a Paul Preston y dije que si la civilización humana desapareciera y una civilización de fuera quisiera de verdad conocer quién ha sido el ser humano, yo creo que lo define mucho mejor la literatura que la Historia. Porque la literatura, en principio, siendo algo ficticio, mentira, define mucho mejor el alma del ser humano que la historia, que es una enumeración de datos, de hechos, de lo que ha ocurrido en el mundo. Pero el alma del ser humano la retrata mucho mejor Cervantes que Herodoto.

Vía | colpisa.com

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