“Mi infancia es la fuente de todo lo que escribo”

17.4.14

Una retrospectiva del escritor del realismo mágico, el genio más grande que han parido las letras latinoamericanas y una figura esencial de la literatura universal, “Gabo” para los amigos.


El periodista, cuentista y escritor, que decidió no ser abogado para perseguir su pasión por un mundo mágico, nació hace 85 años en Aracataca, un pueblito tórrido y pobre del norte de Colombia.

Cuando se celebran 30 años de haber recibido el premio Nobel de Literatura, damos un paseo por la vida del más grande escritor que han parido las letras latinoamericanas y una figura esencial de la Literatura Universal: Gabriel García Márquez, “Gabo” para los amigos. Un genio que escribió una obra como “Cien años de soledad”, que el mismísimo Pablo Neruda llamó “el Quijote de nuestro tiempo”.

Pero “Gabo” no solo es el autor de una novela magistral, sino que creó un estilo propio capaz de describir, con un prodigioso dominio del lenguaje, los mundos disparatados, coloridos y mágicos de su tierra costeña. Por lo menos así lo define Salud Hernández Mora en una columna que forma parte de un especial en la página digital de elmundo.es con motivo del 30 aniversario del Nobel.

OBRA CUMBRE. Pero cómo surgió la novela que su amigo Plinio Apuleyo Mendoza se preguntó si es ¿una alegoría de la humanidad? El mismo “Gabo” narró en una ocasión que “un día, yendo para Acapulco con Mercedes (su esposa) y los niños, tuve la revelación: debía contar la historia como mi abuela me contaba las suyas. Nunca llegué a Acapulco. Yo había comprado meses atrás un automóvil. Lo empeñé y le di a Mercedes la plata calculando que nos alcanzaría para vivir unos seis meses”.

Ese tiempo se convirtió en año y medio, que fue lo que el Nobel se tardó en escribir el libro. “Cuando el dinero se acabó, ella no me dijo nada. Logró, no sé cómo, que el carnicero le fiara la carne, el panadero, el pan, y que el dueño del apartamento nos esperara nueve meses. Se ocupó de todo sin que yo lo supiera: inclusive de traerme cada cierto tiempo 500 hojas de papel. Fue ella quien llevó el manuscrito al correo pensando: ‘¿Y si después de todo resulta que la novela es mala?’. Creo que no la había leído”. El escritor hablaba de “Cien años de soledad”.

Y la respuesta a su amigo Plinio fue: “No, quise sólo dejar una constancia poética del mundo de mi infancia, que como sabes transcurrió en una casa grande, muy triste, con una hermana que comía tierra y una abuela que adivinaba el porvenir, y numerosos parientes de nombres iguales que nunca hicieron mucha distinción entre la felicidad y la demencia”.

Y es que Macondo es el inicio de todo. La columnista Virginia Hernández detalla en elmundo.es, que el pueblo imaginario fundado por José Arcadio Buendía supuso el comienzo del éxito literario de su autor.

“Gabriel García Márquez quiso ‘dar salida’ a todas las experiencias de su infancia y fabuló una novela para la historia”, retrata la columnista. El libro son 20 capítulos sin título en los que se narra una historia con una estructura cíclica temporal, ya que los acontecimientos del pueblo y de la familia Buendía, así como los nombres de los personajes se repiten una y otra vez, fusionando la fantasía con la realidad. En 2007, la obra fue reeditada con el apoyo de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española como un homenaje en el 80 aniversario natal del autor y los 40 años de la publicación del libro.

EL NACIMIENTO DE UN GENIO. “Gabo” nació en Magdalena, Aracataca, Colombia en 1927. Con apenas dos años de edad, sus padres Gabriel Eligio y Luisa Santiaga lo dejaron al cuidado de sus abuelos para irse a Barranquilla para abrir una farmacia. El coronel Márquez, abuelo de “Gabo” es la primera persona que le marca e inspira.

“Recuerdo que, siendo muy niño, en Aracataca, mi abuelo me llevó a conocer un dromedario en el circo”, cuenta el escritor.

A los ocho años, al fallecer su abuelo y quedar ciega su abuela, es enviado a un internado en Barranquilla para comenzar su educación más formal, que completa en los Jesuitas de San José.

En 1947 empieza estudios de Derecho en la universidad en Bogotá, siguiendo los deseos de su padre. Pero él quería ser escritor y empezó por periodista. Aún era estudiante cuando comenzó a trabajar como reportero en El Universal, donde publica su primer cuento, “La tercera resignación”.

Laboró luego en El Heraldo, de Barranquilla, donde publica su novela “La hojarasca” (1955), con buenas críticas pero pocos ingresos.
Se va a vivir a París, donde pasa penurias. “He hecho de todo para ganarme la vida; cuando era joven recogí botellas y revistas para revenderlas...

Un día tuve que pedir un franco en el metro y comprendí que había tocado fondo”, cuenta.

Eso lo hace regresar a Barranquilla, donde contrajo matrimonio en 1958 con Mercedes, su amor y el sólido pilar sobre el que cimentó su éxito y su felicidad. “Gabo” es padre de dos hijos. El mayor, Rodrigo García Barcha, es cineasta, y Gonzalo es diseñador gráfico.

En 1959 también es el año de la Revolución Cubana y viaja a La Habana invitado por Fidel Castro. Su estrecha relación siempre criticada le granjea pocas simpatías en Estados Unidos, adonde viaja como corresponsal de la Agencia de Prensa Latina.
México es el siguiente destino del autor colombiano y el lugar donde nace su obra cumbre en 1967.

Sobre el líder cubano escribió un artículo que fue publicado por el diario Gramma. “Lo llaman: Fidel. Lo rodean sin riesgos, lo tutean, le discuten, lo contradicen, le reclaman, con un canal de transmisión inmediata por donde circula la verdad a borbotones. Es entonces que se descubre al ser humano insólito, que el resplandor de su propia imagen no deja ver. Éste es el Fidel Castro que creo conocer: un hombre de costumbres austeras e ilusiones insaciables, con una educación formal a la antigua, de palabras cautelosas y modales tenues e incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal”, reza parte de la publicación.

RECONOCIMIENYO MUNDIAL. El éxito y la notoriedad de García Márquez comienza con la publicación de “Cien años de soledad” en junio de 1967.

En una semana vendió 8,000 copias. De allí en adelante el éxito fue asegurado y la novela vendió una nueva edición cada semana, pasando a vender medio millón de copias en tres años. Fue traducido a más de veinticuatro idiomas y ganó cuatro premios internacionales. El escritor tenía 40 años cuando el mundo aprendió su nombre.

A pesar de la fama, un día dijo que “Lo peor que le puede suceder a un hombre que no tiene vocación para el éxito literario, o en un continente que no está acostumbrado a tener escritores de éxito, es publicar una novela que se venda como salchichas. Ese es mi caso. Me he negado a convertirme en un espectáculo, detesto la televisión, los congresos literarios, las conferencias y la vida intelectual”.

Luego, la dictadura chilena de Augusto Pinochet le hace abandonar brevemente la literatura y dedicarse al periodismo político más combativo.

En 1980 publicó una columna semanal en El Espectador y ultima “Crónica de una muerte anunciada” (1981). En 1982 le conceden el Nobel y dedica su discurso a América Latina.

Más tarde se traslada con su familia a Barcelona, donde viviría hasta 1975, y donde coincidió con Mario Vargas Llosa, su primer amigo y después enemigo para siempre. La historia detrás de este distanciamiento se ha mantenido oculta, solo hay rumores, la mayoría tienen que ver con la esposa de Vargas Llosa y habrían provocado que el también Nobel peruano le diera un puñetazo que le dejó amoratado un ojo a “Gabo”.

La prueba de este pleito es una imagen publicada por el diario mexicano La Jornada, el 6 de marzo de 2007, el día que Gabriel García Márquez cumplía 80 años.

De regreso en Colombia publica “El amor en los tiempos del cólera” (1985), la historia de amor de sus padres. Más tarde en la Feria del Libro de Bogotá de 1996, presenta “Noticia de un secuestro”, en 2002 sus memorias, “Vivir para contarla”, y en 2006 “Memorias de mis putas tristes”.

Pero no todo han sido buenas noticias en la vida del Nobel. En julio de 2012 la agencia AFP anunciaba: “Gabriel García Márquez padece demencia senil”.

Muchos de sus seguidores comenzaron a comprender que la prolongada ausencia de los escenarios públicos del escritor prolífico, viajero y excelente anfitrión, el encierro en su hogar y diversos comentarios de algunos amigos y conocidos, quizá tenían un porqué.

El hermano del Nobel, Jaime García Márquez, puntualizó en esas fechas que “Gabo” se encuentra bien en
lo físico y lo motriz. Lo que él tiene son algunos conflictos de la memoria”. No hay una confirmación oficial, pero el periodista y escritor, amigo de “Gabo”, Plinio Apuleyo Mendoza, ha asegurado que su viejo amigo ya “no reconoce a gente que no veía hace tiempo”. Según han publicado diarios colombianos como El Universal, El Tiempo y El Espectador, que también se hicieron eco de que Jaime Abello, director de la Fundación Nuevo Periodismo, fundada por Gabriel García Márquez, lo negaba, asegurando que no hay diagnóstico médico sobre ello. Cierto o falso, la obra de “Gabo” sigue trascendiendo, 20 de sus libros fueron llevados al cine; ha recibido incontables reconocimientos y toda clase de homenajes.

Entre ellos unos que el autor recuerda con cariño: el que le hicieron los asistentes al IV Congreso Internacional de la Lengua el de Cartagena de Indias, con motivo de su 80 cumpleaños y el 40 aniversario de su celebérrima obra. “Ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía ‘Cien años de soledad’, llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto, con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal, parecería a todas luces una locura”, leyó entonces en su discurso, en referencia a la edición especial de la novela. Entre la audiencia estaban los Reyes de España, mandatarios, escritores, algunos multimillonarios cercanos y los académicos de toda Hispanoamérica.

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Vía | elheraldo.hn

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