La hiena que decía defender la verdad

7.6.09


La hiena carroñera era dueña de muchos medios de comunicación, entre ellos, cuatro diarios de circulación nacional. Un día, como de costumbre, ordenó a los chacales, sus lacayos, que en la primera página del día siguiente publicaran el siguiente titular:

"Hoy será un día feliz, dichoso; y por tanto, todos los animales de la selva deben hacer turismo y sentirse contentos".

Pero los animales estaban tristes. No había llovido en varios días y además no tenían medios para salir de paseo.

Sin embargo, en otra ocasión, en que el sol salió muy temprano y una fina lluvia empezó a extenderse en la llanura y todos se contagiaban de una inefable alegría, la hiena ordenó que se publicara este otro titular:

"Hoy nos embarga las ganas de llorar. Todos debemos sentirnos consternados".

Una joven cebra que había notado la contradicción entre los titulares y el estado de ánimo de los animales, alertó a todos sobre el engaño. Pronto, todos abrieron los ojos y en conjunto acudieron ante la hiena para reprocharle su actitud. Pero la carroñera era muy astuta y tenía muchos espías, a los cuales -el día de su encuentro con la la multitud- había desplazado convenientemente a fin de que provocaran el caos y la confusión durante las demandas.

Al día siguiente los diarios de la hiena publicaron:

"Armados de armas punzocortantes, palos y piedras, un grupo de animales, entre los que se encontraba una joven cebra, atacó vilmente a la propietaria, a la paladina, a la defensora de la verdad y la democracia, es decir, a nuestra benefactora... ¡la hiena! Sin embargo, el estado de derecho prevaleció y hoy, en este instante, los desalmados, aquellos vándalos que la selva entera rechaza, purgan justa condena o han caído muertos víctimas de sus locos delirios".

Y el estado de cosas continuó como hasta ahora.

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