Peligro en la noche

18.12.11

Han salido tarde de la discoteca. Son casi unos niños. Matías, Toño y Pedro. Quince años. Bajan por la avenida un tanto temerosos. Es la primera vez que se han quedado hasta las tres de la mañana. Conversan en voz baja. De cuando en cuando vuelven los ojos atrás. Nadie a la vista. Uno que otro automóvil, nada más. Les han advertido del peligro de las calles a esa hora. Podrían asaltarlos. Pero por suerte no ha ocurrido nada, hasta ahora.

Ya llegan a la parte baja de la avenida. De pronto se esfuman las luces de los postes. Un apagón. La oscuridad es total. Se detienen. Esperan un minuto, dos, tres. La luz no vuelve. ¿Qué hacemos? Continuar. No hay otra.

Avanzan casi tentando el suelo. Tropiezan con los baches. Deben seguir a paso de caracol. Qué mala suerte. Y para empeorar, oyen unos pasos atrás. Diablos, gente. ¿Quiénes serán? Apurémonos. Apurémonos.

Aceleran la marcha. Sus corazones bombean con fuerza. Los pasos se aproximan. Se aproximan. ¿Cuántos son? ¿Cuántos? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Diez? No lo saben. Pero son varias pisadas. O eso parece. Ya se acercan, se acercan. Apúrate. Más de prisa. Los pasos están más y más cerca.

El miedo los domina. No hallan qué hacer. A dónde huir. No pueden correr. Tropezarían.

Cuando ya casi tienen encima a los desconocidos, se hace la luz. Se dan la vuelta. Miran. Dos chicas, casi de su edad. Más asustadas que ellos.

Juancé Flores Granda

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