Doris Lessing, sobre el arte de escribir

29.1.12


¿Desde cuándo escribe...?

Siempre escribí, desde muy chica. Publiqué mi primer trabajo a los siete años. No creo que en nuestra cultura sea infrecuente que los chicos escriban. Creo que lo único raro en mi caso es que aún hoy lo hago todos los días. Idealmente cada mañana, aunque siempre hay problemas que solucionar de la vida cotidiana y ya no tengo tanta energía como antes.

Sobre la inspiración...
En general no tengo inspiración. La historia de "Las abuelas", por ejemplo, me la contó alguien que pensó que yo estaría interesada, y así me sucede frecuentemente. Es que uno está escuchando historias todo el tiempo y el chimento siempre fue una gran fuente para los escritores. No los chimentos de los famosos, al estilo de la revista Hola, porque allí los que publican son demasiado comunes, uno no leería de tal y cual actriz que se acuesta con el hijo de su amiga que a la vez se acuesta con su hijo, como en mi cuento. Pero sí uso chismes del tipo de los que circulan entre amigos. Y los diarios, claro, siempre son una fuente importante.

¿Cómo escribe...?
A los escritores se les suele preguntar: ¿Cómo escribes? ¿Con un procesador de texto? ¿Con máquina de escribir eléctrica? ¿Con pluma de ganso? ¿Con caracteres caligráficos? Sin embargo, la pregunta fundamental es: "¿Has encontrado un espacio, ese espacio vacío, que debe rodearte cuando escribes?". A ese espacio, que es una forma de escuchar, de prestar atención, llegarán las palabras, las palabras que pronunciarán tus personajes, las ideas: la inspiración. Si un determinado escritor no logra encontrar este espacio, entonces los poemas y los cuentos podrían nacer muertos. Cuando los escritores conversan entre sí, sus preguntas se relacionan siempre con este espacio, este otro tiempo. "¿Lo has encontrado? ¿Lo conservas?"

¿Qué hace un narrador... cuando narra?
El narrador vive dentro de todos nosotros. El creador de historias siempre va con nosotros. Supongamos que nuestro mundo padeciera una guerra, los horrores que todos podemos imaginar con facilidad. Supongamos que las inundaciones anegaran nuestras ciudades, que el nivel de los mares se elevara…, el narrador sobrevivirá, porque nuestra imaginación nos determina, nos sustenta, nos crea: para bien o para mal y para siempre. Nuestros cuentos, el narrador, nos recrearán cuando estemos desgarrados, heridos, e incluso destruidos. El narrador, el creador de sueños, el inventor de mitos es nuestro fénix, nuestra mejor expresión, cuando nuestra creatividad alcanza su punto máximo.

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