Embriagado con tu belleza

17.1.12

Miro tu rostro, me embriago.
Cada parpadeo mío es un sorbo,
un sorbo de tu belleza.
Lees atenta, ajena a mí
mientras yo me gozo
en la negrura de tus pestañas,
en las manos que cogen el libro,
en tu falda y en tus piernas,
piernas mágicas, imanes de amor.

Alguien te habla.
Sonríes interrumpiendo tu lectura.
Ríes. ¡Dios, qué risa!
Pero desdibujas el rostro
como la honda acuática
que se aquieta.

Me pregunto si has puesto
atención a lo que te han dicho
porque un minuto después
has vuelto a tu libro.
Y yo he vuelvo a tus pestañas.

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