CRÓNICA DE UNA CONFERENCIA DE MARIO
VARGAS LLOSA A ORILLAS DEL MAR
Ángel Gavidia
Ayer estuve en la playa de Huanchaco. Fue
desde las 6pm hasta las 9pm. Cuando digo playa, me refiero literalmente al
arenal que tiene como límite próximo el mar. Asistí a la conferencia Secretos de un novelista que dio Mario
Vargas Llosa.
Comenzó elogiando el escenario. Dijo que
el más bello lugar donde le ha tocado conferenciar ha sido la Huaca del Sol y la Luna , hace ya varios años
también en ocasión a una feria del libro acá en Trujillo; pero que este
escenario, si no era igual era también bastante hermoso. Dijo que hablar en
escenarios como estos tiene la ventaja de que si la conferencia es aburrida el
público se divierte mirando lo majestuoso del lugar. Después de ese preámbulo y
haciéndome recordar las ya lejanas lecciones escolares que uno debía decirlas
de memoria y desde el título, el escritor recitó: “Secretos de un novelista” y
arrancó
Utilizó un método interesante. Se dividió
en dos: en un periodista que interrogaba inclemente y hasta irrespetuosamente
al escritor Vargas Llosa y en el novelista Mario Vargas Llosa.
El “periodista” preguntó: “¿Cómo escribe,
señor Vargas Llosa?”.Vargas Llosa contestó (tomando una ingeniosa frase de
Humberto Eco) “De izquierda a derecha”. El “periodista” retrucó inquisitivo:
“Muy divertido señor Vargas Llosa, pero usted sabe que la pregunta es más
seria, más profunda”. El novelista dijo, entonces, que pondría sobre la mesa lo
que estaba aconteciendo con su próxima novela “El sueño del celta” que trataba
sobre Roger Casement, un irlandés que fue cónsul de Inglaterra en el Congo y
denunció valientemente todas las barbaridades que cometían los belgas en este
país africano. Casement tenía gran ascendiente en el mundo por su implacable
lucha por los derechos de los más débiles por lo que le pidieron que
investigara, igualmente, lo que pasaba con los caucheros de esta parte de mundo
(Brasil, Perú) y por esta razón estuvo en Iquitos e hizo un detallado informe
de las atrocidades que también se cometieron en nuestra Amazonía.
En un inicio Roger Casement había sido
partidario de la colonización incluyendo la de su país. Pensaba que ésta era de
veras positiva para la civilización. Pero al palpar “in situ” la tragedia del
pueblo congolés en manos de los belgas cambia secreta y radicalmente de
opinión. En plena Primera Guerra Mundial es sorprendido llevando un arsenal en
un submarino alemán para armar a los nacionalistas irlandeses y es condenado a
la horca, la intelectualidad aboga por su vida, entonces se publican unos
diarios totalmente “pestilentes” (Vargas Llosa dixit) que incluían pedofilia,
aparentemente escritos por este hombre, hasta hacía muy poco, admirado y
reconocido en el mundo por su tenaz defensa de los derechos humanos y de la
causas justas. Varias personalidades retiran sus firmas de los manifiestos que
pedían clemencia. La controversia sobre el origen de este “diario” persiste
hasta nuestros días.
Dijo Vargas Llosa que una novela
comienza, en él, como una idea, una anécdota, un suceso en su vida que va
ganando espacio poco a poco por razones misteriosas; por ejemplo a Roger
Casement lo encontró en una de sus lecturas sobre la biografía de Joseph
Conrad; pero al contrario de lo que hace en un artículo periodístico en donde
desarrolla una sola idea, durante la gestación de la novela permite y hasta
estimula que crezcan y fructifiquen varias ideas; dijo también que al iniciar
la escritura de una novela traza ciertos grandes derroteros de sus personajes
que les permiten ver donde se entrecruzarán sus vidas, dónde terminarán; pero
que lo más estimulante de su escritura viene después, cuando “llena” estos
espacios y los hace investigado y creando: por ejemplo ha viajado al Congo, ha
ido a Irlanda etc etc.
No obstante tener la novela como base un
personaje histórico, y haberse, el escritor, documentado concienzudamente, la
verdad literaria es distinta que la verdad histórica y una buena novela es más
buena cuando más se aleja de la verdad histórica; porque la verdad histórica,
es decir la realidad, es caótica y la novela debe tener un orden, hay que
otorgarle coherencia, hay que hacerla creíble. “Déme un ejemplo concreto”,
pidió “el periodista”. “La guerra y la paz”—dijo Vargas Llosa— “¿Lo ha leído?”.
“No” respondió el “periodista”. “Entonces póngase a leerla inmediatamente
porque su pobreza literaria es escalofriante” —dijo Vargas Llosa. Todos nos reímos.
Quedó en el
misterio cuantos de los allí presentes nos sentimos aludidos. Yo no voy a decir
mi situación. Otro ejemplo es El Quijote, dijo, “técnicamente es imposible
que un hombre pelee como peleaba el Hidalgo con los molinos de viento. ¿Lo ha
leído?”. “Si” dijo “el periodista”.
Antes había remarcado que las atrocidades
que cometieron los belgas con el pueblo congolés fueron tan terribles que
resultaba muy difícil hacerlas literarias, es decir creíbles. Uno de los
grandes genocidas del planeta que ha “pasado piola” magistralmente (la jerga es
mía) es el Rey Leopoldo II. Se calcula que después que este monarca recibiera
el Congo como un regalo otorgado sin ningún derecho por 14 países, 10’000,000
de seres humanos han debido morir víctimas de las tortura, crímenes y avaricia
de los caucheros belgas.
Antes de terminar, dijo el célebre
creador de Zavalita a modo de confesión, que al jurado al que más temía cuando
disertaba era a los bostezos de la gente y a su mujer. Ellos le indicaban que
ya era hora de terminar. Aprovechó para alertarnos sobre los riesgos de una
información muy abundante en el desarrollo de una novela. “Hay que saber cuando
parar. Es el riesgo de mi personaje, Roger Casement, que es una suerte de cajas
chinas”, refirió. Creo que no hubo bostezos. No sé si estaría entre el público
doña Patricia Vargas Llosa. No la vi. En lo que a mi respecta había soportado
de buena gana el frío Huanchaquero. Me quedó absolutamente claro que una es la
verdad histórica y otra la “verdad literaria”. La historia del novelista traza
su propio camino y tiene sus propias exigencias y no debemos desconocer esta
obviedad que los grandes escritores nos hacen olvidar frecuentemente: La buena
novela siempre es una mentira.
Trujillo, 24 de enero del 2009
Fuente: juliosolorzano.blogspot.com
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