El otro día me encontré en la alameda a un ex compañero de la secundaria a quien no veía hace muchos años. Me silbó desde su auto de lujo y yo estaba lejos de imaginar que se trataba del "Pato" Darwin. Me invitó a dar una vuelta por la ciudad y a comer un cuarto de pollo en el Pechugón. Por su forma de vestir y gastar dinero supe que en estos largos años le había ido muy bien. Al final me llevó a su oficina ubicada en el centro de la ciudad. Se trataba de un próspero negocio de venta y mantenimiento de computadoras. Me explicó que sus clientes, a lo largo y ancho del país, se contaban por miles. Quedé asombrado y lo felicité por los sus logros.
Al despedirme, recordé al "Pato" Darwin de la secundaria. Era uno de los chicos más impopulares del aula. Un día apareció con las insignias y cordones que lo consagraban como policía escolar. La indignación cundió en la clase pues, mi compañero no era precisamente un alumno brillante, sino todo lo contrario, pero de algún modo había convencido al cura promotor para que lo nombrara como tal. En deporte era una nulidad y su modo de hablar, con mote incluido, delataba que había arribado a la ciudad hacía poco desde un pueblecito perdido en la serranía arequipeña.
Ahora, de ser un cero a la izquierda, se había convertido en un próspero empresario: tenía una oficina, una filial en Arequipa, empleados y hasta secretarias.
La segunda y última vez que me lo encontré le pregunté sobre el secreto de su éxito.
—Simple —dijo—. Durante el primer gobierno de Alan García se precipitó el auge del contrabando de mercaderías entre Arica y Tacna. Yo, empecé a traer televisores, los viejos betamax, etc., y con el dinero ahorrado monté mi negocio.
Siempre he sido un tanto moralista y creo que esa forma de alcanzar prosperidad es reprochable, aunque muchos dirán que para salir adelante vale todo o, como dicen, el fin justifica los medios. Como sea, el caso es qué el tiene mucho dinero y yo hago malabares para sobrevivir.
1 comentario:
Bueno, mi familia también se dedicó al contrabando, pero fue distinto en nuestro caso... Cosas, circunstancias, errores propios y trampas ajenas.
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