Increíble lo que me ocurrió el otro día. Estaba echado de bruses en el suelo, viendo a las hormigas trasladar partículas de arroz, cuando de pronto cayó del cielo un grillo. Jamás había visto uno tan de cerca. Las hormigas lo rodearon, lo sujetaron con tenacidad. Una de las hormigas, cuya mandíbula era más grande y poderosa que la del resto, cogió al grillo por la antena, la partió y se la llevó brincando de alegría al tiempo que decía a sus compañeras:
—¡Eh, chicos, chicos, ya tengo antena para mi televisor!
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