Durante la ardorosa y truculenta campaña electorera del 2000, año en que postuló Fujimori, paseaba yo por la avenida Bolognesi a la altura del pasaje Vigil. Arriba, hacia lo que es hoy la tienda Efe, se había organizado un mitín del partido Perú Posible, o sea del cholo Toledo. Los parlantes instalados en las puertas del local entonaban estribillos políticos y un mar de gente rodeaba las inmediaciones. Sentí curiosidad y estaba por acercarme a dicha muchedumbre cuando llamó mi atención una voz de mujer que decía.
—¡Viva Toledo, carajo! ¡Viva Toledo mier...!
Hasta aquí todo normal, sin embargo, grande fue mi sorpresa cuando vi a la que así se expresaba sentada sobre el respaldo de una de las bancas. Por increíble que parezca, la mujer, una vieja sucia y apestosa, no llevaba chompa ni blusa ni camisa, es decir, se hallaba de la cintura para arriba totalmente desnuda, y , como es obvio, dejaba ver sus enormes y arrugados pechos. Además llevaba en la mano una botella de ron y un cigarrillo. La mujer bebía de manera vulgar, haciendo que el líquido se derramara sobre sus pechos y su prominente barriga, entre aullidos por demás obscenos. Los numerosos transeúntes no dábamos crédito a lo que veíamos. Algunos, solo atinaron a reír y otros simplemente pasaban asustados. Al principio creí que se trataba de una mujer ebria y loca, de esas que no faltan, pero, meses más tarde, tras la difusión del video Curi-Montesinos, supe que lo de la mujer era parte de la guerra sucia lanzada por Alberto Fujimori y sus esbirros a fin de desacreditar a los candidatos de oposición.
Esto demuestra pues que en la vida, y más precisamente en política, no hay casualidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario